domingo, 27 de abril de 2014

Sonia Figueras

   

 ¿Día? Nublado ¿Hora? No preciso                                                                  

                                                                           
                                                                            Algunas veces vivo
                                                                            Y otras veces
                                                                la vida se me va con lo que escribo…
                                                                  algunas veces busco un adjetivo…

                                                                  …y algunas veces suelo recostar
                                                                  mi  cabeza en el hombro de la luna
                                                                 y le hablo de esa amante inoportuna
                                                                            que se llama soledad.
                                                                                Joaquín Sabina


Querido:                    
              No preciso qué día es hoy. Tampoco la hora que miro muchas veces en este reloj que las horas no da. Sí observo unos nubarrones que no presagian una mañana soleada, como cuando me reparo con la mano para que no se lastime mi cutis delicado y cuidado. Que buen trabajo me da. A pesar de que mis buenas amigas digan “que mi piel es hermosa”, “que yo lo soy” y “qué raro no te hayas casado todavía” – las muy pérfidas.
             Escribiéndote, estoy alterada. ¿Estás ahí? ¿estás? ¿seguro? ¿te llegó mi sobre? ¿Lo abrís con gesto adusto o con mirada de fastidio? Tenés razón ¡son tantas! ¡Tantas las cartas que te envío! Una cada día, a veces dos. Si fuera por mis deseos irrefrenables, serían más. Quizás en momentos las ocultes, cosa que no se note el aluvión de correspondencia que te llega en innúmeros colores. Tengo en el último cajón del armario, sobres y cuadernillos de cientos de colores engamados.
Anatole France dijo – “Las influencias secretas de la luz y el aire, los mil sufrimientos que emanan de la Naturaleza, constituyen la participación de los seres sensuales, inducidos a buscar sus goces en las formas y los colores”. ¿Leíste amado mío a Anatole France? Me siento tan entristecida como él al fin de su existencia. Tal vez las leas libre, distendido, contraído, en deletreo o de corrido. Pueda que sonrías o no. Tal vez guardes los escritos en el bolsillo o hagas de ellos un bollo... y al cesto.
              En este momento en que trazo estas líneas, me rodean mariposas, luciérnagas, moscas, mosquitos, al espío de mis letras, en un revoloteo incómodo. Posiblemente ellos entiendan las palabras que fluyen de mi boca, la infinidad de ideas que me superan, mi soledad, las angustias al hundirme en el tonel de las Danaides de donde intento eclipsarme y que no me conduzca al llamado infierno, si lo hay.
                Amado, quisiera escribirte en poesía. Posiblemente fueran mis letras en verso más efectivas que mi prosa y en poesía superaran la realidad. He leído en uno de mis libros la sospecha de Platón sobre una acción concreta al respecto. Quizás mis palabras  en versos fueran más positivas.
               En el tablero de mi vida, busco con mis palabras jugar un juego audaz que pretendo sea desopilante. Elijo para llegar a ti, fichas únicas, insustituibles. Intento construir partidas prodigiosas, sonidos acentuados, diferentes, estilizadas formas. Trato de conformar rondas bellas, sinuosidades, espirales mágicas. Quiero delinear argumentos esenciales. Me inclino porque emerjan perlas sugerentes de mi boca y que se confundan con tréboles del bosque o con diáfanas azucenas y que te lleguen en delicadas expresiones.
             Más…te digo de mi amor, y no obtengo respuesta. Paso por diferentes estadíos. Felices, los menos y esos pocos desaparecen en la nada. La nada que es vacío, es no estar. Alguien me dijo alguna vez “ante la ausencia amada no hay consuelo, sólo dolor”.
            Te suplico hasta el hartazgo que me consideres, me quieras, que me ames, me respondas.  Ante tu indiferencia decido que ésta sea mi última carta.


Después de tantos años no espiaré más desde mi ventana que da frente a la tuya. No volverás a saber de mí.    
            Ya te amé hasta dejar mi alma en este amor desesperado, aunque no sepa si sos alto o bajo, rubio, castaño o cano, lindo o feo, no conozca tu nombre y  no sepas el mío... Aunque jamás nos hayamos cruzado.
           Sólo sé de tu sombra en la ventana.
                                               Tu vecina de la sala 2ª de Mujeres  
                                                                               Cama  25                                                                 

                                          Sonia Figueras






2 comentarios:

  1. Agradecida, equipo de Artesanías por publicar esta carta producto de mis devaneos que en la vida real, existen. " ..Ante la ausencia amada no hay consuelo, sólo dolor" me fueron dichas por el Profe. Andrés, cuando murió mi esposo. Nunca las olvido y siempre agradezco su calidad y cuánto me valió. Sonia Figueras

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  2. Hermosa idea, plasmada con poesía e imaginación. Gracias Sonia.

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