lunes, 1 de abril de 2013

Gerardo Pennini




ME CONTÓ LUCERO

¡Que lo parió! Recién terminaba lo de Caseros, donde anduvo mi abuelo a los sablazos, y ya se agarraron crudos contra cocidos. Desde el norte bajaba el Chacho dejando tendales y haciéndole temblar el cuerpo al pobre Barbeito, y sobre todo eso aparecieron Mitre y Sarmiento que no sé si eran más malos le digo. Todavía humeaban las de avancarga, no era tiempo de réminton. El Zorro fue el que armó a los nacionales con las réminton. El Zorro, que andaba del brazo con Mitre, pero don Bartolo le movía el piso con la paisanada de antes, y así las cosas políticas fue llegando el tren a Río Cuarto, donde don Ataliva compraba campos y más campos. Porque el Zorro era el político de los Roca, pero don Ataliva era el águila de los negocios familiares.
En eso lo llama a mi padre, que lo conocía por el sargento Lucero, un propio del coronel Arredondo. Mire usté, que era el mejor ladero del Zorro y cuando don Bartolo lo fogoneó un poco, se le dio vuelta como calzón de vieja.
Acá en la provincia se tenían ganas desde Caseros los Motineros, viejos unitarios, y los Lomos Negros rosistas. Era gobernador don Amancio Higueras, que para seguridá puso en la policía a su primo, el Tuerto Higueras, hombre de pocas letras pero ladino y con gente en todas partes. Don Amancio era Lomo Negro claro, y cuando quedó derrotado Arredondo se acomodó con los nacionales de Roca. Pero los Motineros, que cuando se perdió la revuelta escaparon a Chile, volvieron con ayuda de Mitre, y así vuelta la mula al máiz. Hubo elecciones y ganó el pollo de los Higueras. Mientras don Amancio iba a Buenos Aires para asegurarse apoyos políticos o por lo menos la buena voluntad del Zorro, dejó a su primo encargado de la “seguridad pública”, es decir, amansar a palos a cualquiera que se retobara. Pero los Motineros juntaron mucha gente, que allá fue mi padre, y se veía venir el motín, que por eso se ganaron el nombre.
Don Amancio y el Tuerto intercambiaban tantos mensajes que los cables del telégrafo echaban humo, no le miento.
Finalmente llegó el día en que debía jurar el nuevo gobernador Lomo Negro, pero la paisanada más pobre traída del campo por  los Motineros copaba la plaza. Una pequeña masa de hombres de frac y galera estaba apretujada en la entrada de la Casa de Gobierno entre tanto chiripá y alpargata.
En eso llega uno de los telegramas urgentes de don Amancio:
“¿Cómo está la cosa?”
El Tuerto era de hablar con poesía mire. Le contestó:
“Se está pudriendo de abajo”

* Hace muchos muchos años, esta historia me la contaba bajo un algarrobo tomando mate, un descendiente de los mismísimos Higueras. Bueno, claro que yo he cambiado un poco los nombres, lo demás es tal cual.

4 comentarios:

  1. Una anécdota recreada en pura literatura en el retrato de los personajes y en cuyos dos últimos renglones dejan dibujada una sonrisa en el lector. Carlos Arturo Trinelli

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  2. Coloridas metáforas, mucho humor popular y también esa sabiduría que parece que viniera ya de la cuna. Y todavía después de tanto tiempo todo "se sigue pudriendo de abajo".

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  3. El gracejo popular y las anécdotas que narra Pennini en esta clase de relatos son gemas de tierra adentro recreados por el humor cálido del escritor, cuyo colorido atrapa a los lectores.
    Andrés

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  4. Leer esta historia es escuchar la voz del hombre de " tierra adentro". El autor recrea. su colorido lenguaje y las imágenes donde combinan astucia e inocencia.
    Felicitaciones al autor.
    MARITA RAGOZZA

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