viernes, 4 de noviembre de 2011

CELMIRO KORYTO



EXTRAVIADA EN LONDRES

Entre neblinas

Estoy cocinando. La música penetra en mi ánimo y Los Carpenter me llenan de nostalgia. Pensé que era la primera vez que ella viajaba sola. Está en Londres para las liquidaciones de fin de temporada. Entre otras cosas, como todo el mundo, tiene manías, fobias y obsesión por la limpieza. Eso suelo perdonárselo. Pero…
 …Estoy perdida. Salí y olvidé llevarme una tarjeta del hotel. Londres es inmensa y su construcción análoga. Tengo  40 años pero ni una mínima memoria fotográfica.  Mi trauma es la desorientación y un sudor frío recorre mi cuerpo cuando ni siquiera recuerdo el nombre del hotel donde me alojo; y el flojo inglés que hablo nerviosa  parece chino y no recibe -fuera de una piadosa sonrisa- un silencio comprometido que se hace huída.
Ese pavor de no saber donde estoy ni adónde ir, me engulle y digiere porque sé que uno sueño con realidad. Sé que estoy en tierra de lluvias y  neblinas pero mi oscuridad interior es impenetrable porque olvido donde está el Norte o el Sur y puedo dar vueltas interminables a una manzana sin darme cuenta.
Llamé a mi esposo desde un teléfono público y le dije entre las calles que me encontraba y después de unos minutos de buscar en el callejero, me hizo ir a la estación de metro cercana diciéndome donde hacer la combinación para llegar a Marble Arch y de ahí al hotel que estaba  a unas cuadras y era el Excélsior.
Esta vez tuve suerte y cansadísima tiré a un lado las compras y me fui a dormir luego de tomar un refrigerio.
Traspiraba a gota gorda… Subí a un ascensor en "Harrods" para comprarme ropa interior. En el segundo quedé sola y al marcar el tercero, la caja metálica comenzó a avanzar en sentido horizontal, me sentí desesperada, perdida en un laberinto… De pronto, el ascensor se detuvo y al abrirse vi una estación de metro desconocida y desierta: eso lo comprobé al sacar medio cuerpo. Helada de miedo apreté el cuarto piso y el ascensor comenzó a desplazarse horizontalmente en el sentido contrario, después de unos minutos se detuvo y nuevamente se abrieron las puertas y -ahí sí que casi caigo desmayada- debajo mío y a una altura que no supe captar el mar se extendía hasta el horizonte y yo no sé nadar. Mientras apretaba el quinto piso me puse a llorar de miedo y de rabia. El ascensor avanzaba por una ciudad extraña como un vehículo marciano en un año inexistente.
Esta vez el elevador comenzó a bajar a una velocidad asombrosa y mi estómago se escogió con sensación de vacío y con el cuerpo casi pegado al piso. Mis manos en cruz se afirmaron en las paredes laterales y se acalambraron por la presión que ejercía en ellas y pensaba cómo me iba a estrellar abajo.
Así como cobró velocidad, súbitamente se detuvo y al abrirse las puertas , con mirada cautelosa, vi la galería de una mina de carbón abandonada con un gran foso y en él, esqueletos de antiguos mineros y entonces me sentí condenada a la vieja soledad de Kierkegaard
Oprimí la planta baja y el ascensor nuevamente se movió pero esta vez, se volvió loco, subía y bajaba y se dirigía a derecha o izquierda a veces lentamente y otras a una velocidad que me hizo recordar el elevador del Empire State  o cuando visité Epcot y subí a un juego de vuelo planetario. Los nervios y la secreción que me cubrían lograron despertarme mientras oía intermitentes gritos de terror salidos de mi boca.
Definitivamente desaliñada e histérica llamé nuevamente a mi marido para contarle mis pesares.
Me dijo que no me moviese del hotel que en unas horas mandaría alguien a buscarme y que me traerían de regreso.
Pensé que solo lo dijo para tranquilizarme aunque seis horas después, llegué a mi casa dentro de una caja con el rótulo  FRAGIL y URGENTE, sin un rasguño, mientras escuchaba al empleado de UPS decirle a mi esposo: firme aquí por favor, ya están bajando las cajas con el equipaje… ■

5 comentarios:

  1. Qué suerte que esa señora tenía marido, sino qué hubiera hecho, pobre alma inocente!!!

    ResponderEliminar
  2. JA JA Tenga cuidado amigo Celmiro. Puede que a su próxima protagonista fenmina se le despierte una neurona.
    Me encantó, pese a que soy ,mujer y solo a veces frágil y si, urgente.
    un abrazo , amigo.

    ResponderEliminar
  3. ¡¡Yo tampoco sé nadar y sufro de vértigo ! Transpirada y mareada quedé yo con esta lectura.
    Sensacional manera de involucrar al lector.
    Felicitaciones,Celmiro, y saludos.
    MARITA RAGOZZA

    ResponderEliminar
  4. El final me convenció y es que hay personas que solo pueden viajar por correo, fantástico y entretenido relato, un abrazo, Carlos Arturo Trinelli

    ResponderEliminar
  5. Un relato con vértigo. Ése que te ataca y te deja dado vuelta como un bolsillo vacío. Ése que hace que, no te des cuenta, tal el cuento, si vas horizontal como ave en vuelo o Superman hacia lo alto o un buzo en la inmensidad abismal. Es un cuento "vertiginoso" original muy bien redactado. ...me puse en crítica y no lo soy... Un abrazo. Sonia

    ResponderEliminar